Una noche como cualquier otra en las calles de Hong Kong: un grupo de pasajeros sube a un minibús que los llevará de Mongkok a Tai Po. El grupo es tan diverso como la ciudad: hay un joven drogado, una pareja que se pelea, una mujer con cuentas de oración y una chica que se acaba de enamorar, y al volante, un conductor parlanchín. Cuando el autobús sale de un túnel, de repente todo está muy tranquilo: las calles y los edificios están todos vacíos y no se ve ni un alma; es como si de repente todos hubieran sido tragados por la tierra.